Estoy orgulloso. Esta mañana hice un buen trabajo. Cuido mi casa como nadie y cualquiera que se acerque a ella ya sabe lo que le espera (o debería saberlo). Desde pequeño me han enseñado a defender a los míos y hoy no iba a defraudarles. Esta vez fui mas rápido que mi enemigo. ¡Él se lo ha buscado! Ese vecino estaba peligrosamente cerca con su guadaña. Si no llego a estar alerta lo mismo entra en mi propiedad y…, ¡vete tu a saber qué habría pasado! Antes de que se diera cuenta salté la tapia y ¡zas! Vamos, que ese ya no vuelve a usar la guadaña en su vida. Con un poco de suerte tampoco podrá levantarse de la cama en mucho tiempo.
Pero hay algo que no entiendo: ¿qué hago en la perrera municipal? ¿Acaso mis amos no han visto el gran trabajo que hice hoy? Creo que son unos desagradecidos.
LA HERENCIA, Javier Fernández Delgado
Hace 1 día
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