viernes, 31 de agosto de 2007

Así fue

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí, imperturbable y paciente, esperándole para tragárselo como a un insecto. El hambre y el cansancio le habían sumido en un sueño ligero, lleno de sobresaltos y pesadillas, tan reales como la visión, hacía ya nueve horas, del cuerpo desmayado de Kadox entre las enormes mandíbulas del gigantesco animal. Midar, refugiado en una cueva, vigilaba desde un minúsculo orificio al exterior los movimientos torpes de la fiera, sobre todo su lengua, extraordinariamente larga, que una y otra vez intentaba colarse por el estrecho hueco de entrada a la cueva.

Él y su compañero habían salido de Sirión hacía ya más de un año con la misión de investigar otras galaxias, pero un fallo en el programador de la nave les había llevado hacia algún milenio prehistórico del planeta Tierra para el que no iban equipados. Tras un complicado aterrizaje, salieron a tomar datos del extraño lugar. Un cielo limpio y una vegetación frondosa hacían, junto al silencio, el territorio más bello que jamás habían experimentado sus sentidos. Tan absortos estaban contemplando tal maravilla que no la sintieron llegar. Apareció de repente, por entre dos rocas, la bestia descomunal que aprovechando el asombro de los dos tripulantes apresó con la lengua a su compañero Kadox.

Al intercomunicador de su casco no llegaban las señales de la base debido a los golpes que recibió durante la aterradora huída hacia la cueva. No tenía herramientas con qué arreglarlo y Midar seguía paralizado, mirando la escafandra sin saber por donde tirar. Mientras la contemplaba se dio cuenta que de cuando en cuando emitía unos ruidos que él interpretó como algún cable desconectado o algo similar. Nerviosamente pulsó los cinco botones por ver si lograba contactar con la base, pero nadie respondía. Sin embargo advirtió que cada vez que pulsaba el botón naranja que conectaba su casco al de Kadox la fiera emitía unos terribles alaridos. Midar cayó entonces en la cuenta de que probablemente el minúsculo artilugio estuviera intacto alojado en el intestino del animal. Comenzó a pulsarlo de forma intermitente mientras observaba a la bestia restregándose contra las rocas en un intento de calmar el terrible dolor que le quemaba las entrañas. Dos horas más tarde el dinosaurio, con el cuerpo ensangrentado lanzó un gemido agónico y se desplomó en medio de una gran polvareda.
Midar se acercó sigiloso al animal y comprobó que no respiraba. Entró en la nave, contactó con la base, reprogramó el destino del vuelo y emprendió el viaje de regreso a casa.

Cuando llegó a Sirión, informó de lo ocurrido y entusiasmó con su relato a las autoridades que pronto vieron un filón sin explotar. Enviaron miles de naves cargadas de cuerpos artificiales con minúsculos transmisores alojados en su interior y los desperdigaron por todo el planeta para que las bestias que lo poblaban los devorasen. Luego desde una plataforma central los fueron activando para destruirlos del mismo modo que había hecho Midar en su primer viaje. Millones de dinosaurios fueron muriendo de modo encadenado: unos porque tragaron el cebo y otros porque iban devorando los cadáveres y pasando de un intestino al otro los mortíferos manjares.

La magnitud de la carga empleada en los minúsculos destructores, junto a la velocidad de propagación en tan corto espacio de tiempo, fueron cargando el aire de partículas radiacivas y electricidad descontrolada que envolvieron la atmósfera del codiciado planeta hasta que un meteorito que flotaba a su alrededor, atraído como un imán, se estrelló contra la esfera. Una descomunal bola de fuego tornó el bello paraje en un lugar calcinado que se fue resquebrajando poco a poco, a lo largo de milenios de oscuridad y desolación.

No hay comentarios:

ADVERTENCIA LEGAL

Todos los contenidos que aparecen, o puedan aparecer expuestos en este blog, pertenecen a Dña. Celsa Muñiz Diez y están registrados. Por ello están protegidos por el Real Decreto Legislativo 1/1996 de 12 de abril (Ley de Propiedad Intelectual).

No se permite la reproducción, total o parcial, en ningún soporte y para ningún fin, de ninguno de dichos contenidos salvo autorización expresa de la autora. En caso de autorización se citará siempre la autoría y la fuente original, creando, si fuese posible, un vínculo a esta página.