No eres alguien que merezca mi pena. No eres quien yo creía. No me has defraudado tú, sino mi forma equivocada de elevarte a las alturas. Ya no te admiro. Tampoco te quiero, porque me es difícil amar a quien no es capaz de mantenerme vivo el intelecto. No eres mas que un infeliz palurdo que se creyó el ombligo del mundo cuando notó que alguien de mi categoría posaba los ojos en tu minúscula persona. No has sabido mantenerte en la cima, pobre idiota. El vértigo de tu insolencia y las trampas infantiles, te han despeñado montaña abajo, y ahora estas en la base, cubierto por el barro que se te fue pegando mientras caías.
LA HERENCIA, Javier Fernández Delgado
Hace 1 día
No hay comentarios:
Publicar un comentario