martes, 15 de junio de 2010

Un "hasta pronto"




Mis queridos blogueros, necesito distanciarme un poco del blog, así que voy a estar un tiempo “apagada y fuera de cobertura”. Lo que no implica que deje de leeros. No puedo, ni quiero, perderme vuestros escritos, una fuente inagotable de inspiración y disfrute para alguien como yo, a la que aún le queda mucho que aprender.
Muchas gracias por seguirme durante este tiempo, por vuestros comentarios y sobre todo, por vuestras acertadas correcciones.
Un abrazo a todos y hasta pronto.

Sinu.

sábado, 8 de mayo de 2010

Testigo (caso real)


El abogado alecciona al testigo antes de entrar a la sala de vistas:
—…y tenga mucho cuidado con las preguntas de doble significado.
—¿Cómo? —el testigo rascándose la cabeza—. Yo no sé qué es eso.
—Tranquilo —el abogado le pone la mano en el hombro—, le voy a poner un ejemplo. Imagínese que le preguntan: ¿es verdad que usted lleva una corbata amarilla y es vecino del acusado? Entonces, atento, eh, porque si usted contesta “sí” para decir que es cierto, que es vecino del acusado, también estará diciendo que usted lleva una corbata amarilla, y no es así, puesto que su corbata es verde.
El testigo asiente mientras echa una ojeada a su corbata.
—Así pues —continúa el abogado—, en este caso deberá contestar un “no” a la primera parte de la pregunta y un “sí” a la segunda. ¿Lo ha entendido?
El testigo queda callado, con la vista en el suelo.
—¿Lo ha entendido? —repite el abogado palmeándole la espalda.
—Sí, sí. Perfectamente.
El testigo entra a la sala y cuando está a punto de tomar asiento se vuelve y le susurra al abogado:
—¿No sería mejor que me quitara la corbata?

sábado, 1 de mayo de 2010

Soy


Soy la que me mira desde el espejo.
También soy la que soy para los otros.
Soy un archivo lleno de escenas.
Y un bulto en movimiento.
Y un nombre en mil papeles
que duermen en mil cajones.
Soy todo.
Soy nada.

martes, 30 de marzo de 2010

Luces y sombras


No reconocí al anciano que estaba a mi lado, frente al espejo del dormitorio. Me acariciaba el cuello en silencio y su mano arrugada contrastaba con la tersura fina de mi piel. Aguanté la repugnancia varios minutos, sin moverme, escuchando el tic-tac del reloj. Sólo cuando sentí la humedad tibia bajo mis pies descalzos bajé la mirada al suelo. El reguero de sangre llevó mis ojos hasta la cabeza del anciano que ahora yacía inmóvil sobre la cama. Aterrada, me volví de nuevo hacia el espejo. Desde él, una vieja con un martillo ensangrentado en las manos me sonreía, pero el hombre ya no estaba. Yo tampoco.

lunes, 8 de marzo de 2010

Desconocidos (corregido)


No me ha reconocido, piensa el juez mientras ella, aún desnuda, se concentra en el teclado de su teléfono móvil. Aún tiene buenas tetas. Y pensar que hace quince años se creía una diosa…

No me ha reconocido, piensa ella satisfecha mientras le lanza un beso y le envía el mensaje a su abogado: “misión cumplida”.
Maldita denuncia…, quien le iba a decir que acabaría acostándose con aquel muerto de hambre. Y ahora, para colmo: calvo y barrigón.

Él atrapa el beso en el aire y sonríe al pensar en la sentencia que fallará al día siguiente en su contra.

viernes, 5 de marzo de 2010

Disculpas tontas







Si prefiero el Universo
que me regala la prosa,
no es porque desdeñe el verso,
es porque soy perezosa.


jueves, 28 de enero de 2010

Las tazas

(Emulando a "Las Moscas" de Machado)



Vosotras, las familiares,
tacitas que no tazón,
vosotras, lozas vulgares,
me tocáis el corazón.

¡Oh, viejas cuencas con asas,
rostros de una sola oreja,
habitantes de mil casas,
con su plato o sin pareja!

¡Tazas del cacao primero
en la mesa familiar,
los crudos días de enero
en que empecé a madrugar!

Y en las noches de vagancia,
en que arrinconé mi vida
aburrida,
libé de alguna sustancia,
-que todo es beber-, licores
que lavaron mi desgana
en tu honda palangana.

Tazas de alegres colores,
de dibujos infantiles,
de cerámicas remotas,
de traslúcidos cristales,
de ligeras terracotas,
de siempre… Tazas vulgares,
que de puro familiares
no tendréis digno cantor:
yo sé que fuisteis besadas,
por bocas enamoradas,
por viejas desencantadas,
por el hombre perdedor,
por soñar junto a la lumbre,
por costumbre…

Acogedoras tacitas
de los huéspedes caldosos,
de los tragos, favoritas;
afroditas del presente,
de perfiles sinuosos,
antiguas, como la gente.

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